Todo en la vida se compone de fondo y forma; de fin y medio; de objetivo y proceso.
Una vez más, la arquitectura muestra su equiparación con la vida misma en este aspecto también. La arquitectura no es sólo lo que queremos hacer, sino cómo lo hacemos; no es sólo las necesidades que tenemos que satisfacer, sino las necesidades que queremos satisfacer.
La arquitectura no es arte sólo cuando está terminada, sino que es todo un arte llevarla a cabo.
Así pues, podemos asegurar que en arquitectura el fin moviliza el proceso, el cual será el que proponga el fin.
Parte trascendental de dicho proceso, y que unos arquitectos explotan y manejan mejor y con mayor importancia que otros, es la elaboración de la maqueta.
A cada curva de nivel que se recorta, que se señaliza, que se vuelve a cortar...,
a cada distancia que se mide, que se dibuja, que se respeta...,
a cada disposición geométrica que se observa, que se plasma, que se reproduce...
...se conoce mejor el lugar, se interioriza mejor su personalidad y mejor se traduce en ella la nuestra.